sábado, 16 de mayo de 2009

EL HOMBRE Y LA CRUZ

Cinco competidores debían llevar una cruz larga y pesada hasta la mansión de un rey quien premiaría al ganador o los ganadores por ser los hombres más fuertes, pero no sabían cuál sería la recompensa del perdedor o los perdedores.
Estos no conocían el camino, ni la distancia a recorrer. El día que decidieron partir, cada uno tomó su cruz y comenzó a caminar. El camino era angosto, pedregoso y la cruz muy pesada.
Uno de ellos decidió quedarse detrás, y a escondida de los demás tomó una piedra en forma de sierra y cortó un pedazo de su cruz. Luego ésta ya era menos pesada, así que el hombre estaba feliz, y en poco tiempo estaba delante de todos los demás. Pero resulta que llegaron a un gran precipicio en el que obligatoriamente debían extender su cruz para poder cruzar. Aquel que cortó a su cruz fue el único que no pudo cruzar, pues su cruz era más corta y no alcanzaba al otro lado. Al terminar la competencia, el rey mandó hacer un gran fuego con todas las cruces y el perdedor fue echado en el fuego y quemado.
Y dijo el rey: “Este reino es sólo para los fuertes y valientes”.

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